Saturday, May 7, 2016

Ya Soy Casi Honorable (1931)

Tanto para los filipinos que viven en su país, como para los que residen en el extranjero, el 9 de mayo es un día especial para elegir el Presidente de la República.

A lo largo de la historia filipina, la campaña electoral han generado controversia.
Los candidatos se acusan entre ellos de comprar sufragios y usar sucias artimañas políticas. Puras mentiras de principio a fin. Todos se proclaman ganadores y ninguno acepta su derrota con gracia. Como dicen aquí, no hay perdedores, sino solo tramposos.


Este cuento publicado en 1931 trata de la disputa entre ex amigas y la campaña electoral de sus maridos.  El título nos dice qué clase de políticos hay en nuestro país. Desafortunadamente, no sabemos casi nada acerca del autor.

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    Anoche los añonuevistas tuvieron un mitin de avance en la plaza con su consabida banda de música, sus tabacos y refrescos. Sabía yo que lloverían “ramilletes” a granel para Juan.  Juanito, nuestro primogénito estaba enfermo y decidí quedarme en casa. desde mi aposento podía oír los aplausos, los gritos y risotadas. —¿Qué será? — me preguntaba por centésima vez a mi misma cuando llegó Juan jadeante, casi corriendo.
    —¡Elisa está dirigiendo la palabra al publico! Nos llaman pordioseros, aventureros, ingratos… Si el público sigue con ese entusiasmo que de muestra hoy, tenemos que declararnos derrotados…
    —Espera, voy contigo.
    —Los espectadores abrieron paso. Elisa estaba en el apogeo de su discurso.
    —Ahí tenéis al que aspira —ponerse al frente de nuestro gobierno provincial. ¿Qué ha hecho por el pueblo? Electorado de Sta. Cruz; ¿Preferiréis a un aventurero, a un advenedizo? ¿Elevaréis al gobierno de la provincia a un hombre que no ha dado ninguna prueba de capacidad más que la de ser un mal amigo y un traidor?
    —¡Tú sabes que no dices la verdad, embustera! —chillé a pleno pulmón —¡Déjame hablar y cantaré verdades!
    —¡Qué hable Mrs. Victorioso! ¡Qué hable!
    Para el público, ávido de sensaciones, aquel espectáculo gratis era sin precedentes. Para mí, una escena repugnante que me llenaba de nauseas. La lucha electoral se había convertido en una riña vulgar de comadres.
    —¡Mabuhay si Mrs. Victorioso! Mabuhay si Mrs. Añonuevo! ¡Qué hable Mrs. Victorioso!
    Con los ojos llameantes y el pecho palpitante subí a la tribuna:
    —¡Pueblo de Sta. Cruz! Pueblo valeros e inteligente!  ¿Os dejaréis engañar tan fácilmente por una voz insinuante, por palabras almibaradas y viles calumnias. ¿Os declaráis esclavos de las zalamerías vulgares de una muñeca de carne? ¡Abrid los ojos, veréis que por seis años habéis sido el hazmerreír de las provincias vecinas y la pesadilla de la constabularia! ¿En que letargo os han sumido los halagos, que hasta hoy no os habéis entregado vuestro honor y vuestra reputación en manos de personas sin escrúpulos que se alimentan de vuestras flaquezas y os arruinan desvergonzadamente? ¿Os han cegado tan completamente que no veis a vuestra querida provincia sumida en la miseria y deshonor? ¿Qué es lo que oculta de vuestros ojos los centros de vicio de vuestra provincia, verdaderas madrigueras oficiales de opiómanos, jugadores y estafadores. ¿Qué hace vuestro gobernador? En vez de vindicar a la provincia que le ha elegido dos veces, se sienta complacientemente con su sonrisa a flor de labio… ¿Qué enigma encierra en su sonrisa? Hoy mismo os daré la clave de… —no pude continuar.
    —¡Es una calumnia! ¡Vengan las pruebas! —vociferaban los Añonuevistas.
    —¿Las pruebas? Vuestra “honorable gobernadora” os las dará — volví bruscamente la cara hacía donde estaba Elisa. Pálida, con los labios temblorosos, sus ojos lacrimosos imploraban compasión. Aquellos ojos suplicantes me desarmaron. —¡Ciudadanos de Sta. Cruz! Vuestra gobernadora no se siente bien, pero os dará las pruebas en el próximo mitin — concluí socarronamente.
    Y hoy… Pues hoy ya es casi nuestra la victoria. Mis insinuaciones de anoche se esparcirán como un relámpago por toda la provincia. Buscarán pruebas y las encontrarán. ¡Cualquier trama es leal y legal en el campo del amor y la política!


Josefa D. Diaz
Philippine Free Press. Manila
30 de Mayo de 1931